Escritores de éxito póstumo

Escritores de éxito póstumo: 3 genios sin reconocimiento en vida

El mundo está lleno de ironías literarias, pero pocas tan grandes como la de los escritores de éxito póstumo. Personas que dedicaron su vida a escribir, que lucharon contra la pobreza, el rechazo editorial y las dudas existenciales, para terminar siendo ignoradas por completo… hasta que murieron. Entonces, claro, llegaron los elogios, las ediciones de lujo, las tesis doctorales y los documentales en streaming. Nada como dejar de respirar para que te lean en serio.

¿Quién decide cuándo una obra vale? ¿El mercado? ¿La crítica? ¿Un algoritmo de Amazon? Quién sabe. Lo cierto es que la historia de la literatura está llena de autores que solo recibieron el aplauso cuando ya no estaban para escucharlo. Algunos no publicaron nada en vida, otros lo hicieron sin pena ni gloria. Pero todos acabaron en los altares literarios por derecho propio… aunque un pelín tarde.

No hablamos de casos como el de George R.R. Martin con su Canción de Hielo y Fuego (popularmente conocida como «Juego de Tronos»). A él, al menos, el éxito le llegó tarde… pero le llegó

Escritores de éxito póstumo que merecían mucho más (en vida)

Hoy repasamos a tres grandes escritores de éxito póstumo que, si vivieran hoy, podrían estar firmando libros en la Feria del Libro o quejándose en Twitter porque nadie los entiende. Ellos escribieron desde la sombra, con una vocación feroz y sin saber que estaban dejando joyas para la posteridad. Una lección más de que el talento no siempre viene acompañado de fama inmediata. A veces, ni de una venta.

Franz Kafka

Kafka murió creyendo que sus escritos no interesaban a nadie. De hecho, pidió a su amigo Max Brod que destruyera todos sus manuscritos. Afortunadamente, Brod lo ignoró olímpicamente y publicó obras como La metamorfosis o El proceso. Hoy Kafka tiene adjetivo propio, millones de lectores y un club de fans que incluye a filósofos, hipsters y estudiantes agobiados por la burocracia.

Emily Dickinson

Durante su vida, publicó apenas una docena de poemas… y la mayoría, corregidos sin piedad por editores que no entendían su estilo. Vivía recluida, vestía de blanco y escribía a escondidas. Tras su muerte, encontraron más de 1.800 poemas en su habitación. Hoy es una de las voces más influyentes de la poesía anglosajona. Nada mal para alguien que no salía de casa.

John Kennedy Toole

Intentó publicar su novela La conjura de los necios y fue rechazado tantas veces que terminó quitándose la vida. Años después, su madre llevó el manuscrito a editoriales hasta que alguien reconoció la genialidad. El libro ganó el Pulitzer y se convirtió en un clásico del humor ácido y desquiciado. Toole nunca lo supo, pero nos dejó uno de los personajes más icónicos: Ignatius J. Reilly.

A veces, el éxito llega tarde. Muy tarde. Pero si algo nos enseñan estos escritores de éxito póstumo, es que las buenas historias siempre encuentran su momento… aunque sea desde el más allá.